Apoyados rozaban sus manos y se comían las palabras entre besos. Cada sábado el mismo trayecto, cada sábado rendidos desde Fadrell a la curva de Benicàssim, el uno por el otro, sabiendo que lo que hacían les otorgaba una complicidad envidiosa.
Hace muchos años que les perdí la pista, esto va de temporadas, pero supongo que ya ni se hablaran y habrán olvidado lo bonito que fue aquello, las risas y los sueños que querían compartir.
La vida es demasiado larga y los recuerdos demasiado efímeros.
20 diciembre 2009
la pareja del autobús
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